martes, 27 de diciembre de 2016

¿Deben los cristianos dar primicias de su sueldo al iniciar el año? Veamos una perspectiva Bíblica.





Ya hemos comenzado un nuevo año y este es el mes donde más se escuchan sermones y promesas de “pactos” girando alrededor de las famosas “primicias”. Debido a la prevalencia de este tema, y la importancia de manejar bien la Palabra de Dios y no adaptarlo a lo que creemos o queremos que diga, debemos analizar lo que la Biblia dice sobre estos asuntos y llegar a las conclusiones que la misma Escritura arriva. Es así como vamos al importante texto de Levítico 23:9-16


Entonces el Señor habló a Moisés: “Di a los Israelitas: ‘Cuando ustedes entren en la tierra que Yo les daré, y sieguen su cosecha, entonces traerán al sacerdote una gavilla de las primicias de su cosecha. Y él mecerá la gavilla delante del Señor, a fin de que ustedes sean aceptados; el día siguiente al día de reposo el sacerdote la mecerá. El mismo día en que sea mecida la gavilla, ofrecerán un cordero de un año sin defecto como holocausto al Señor. La ofrenda de cereal será de 4.4 litros de flor de harina mezclada con aceite, ofrenda encendida para el Señor, como aroma agradable, con su libación, un litro de vino. Hasta ese mismo día, hasta que ustedes hayan traído la ofrenda de su Dios, no comerán pan, ni grano tostado, ni espiga tierna. Estatuto perpetuo será para todas sus generaciones dondequiera que habiten. Contarán desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que trajeron la gavilla de la ofrenda mecida; contarán siete semanas completas. Contarán cincuenta días hasta el día siguiente al séptimo día de reposo; entonces presentarán una ofrenda de espiga tierna al Señor. 

En base a este texto se han enseñado muchas interpretaciones creativas —especialmente en el primer mes del año—. ¡Consagra la cosecha de este año trayendo las primicias a Dios! ¡Tráele tu primer cheque a Dios! ¡Muévete en fe y trae tus primicias para reclamar lo que Dios tiene para ti! Aunque estas interpretaciones sean comunes, no encuentran su amparo en lo que la Biblia enseña.


El texto dentro de su contexto
Después de sacar al pueblo de Israel de la esclavitud, el Señor decretó entre sus leyes y estatutos siete fiestas que el pueblo de Israel debía celebrar: la Pascua, los Panes Sin Levadura, las Primicias, Pentecostés, la Fiesta de las Trompetas, el Día de la Expiación y la Fiesta de los Tabernáculos.

La Fiesta de la Pascua servía para recordarle a Israel sobre su liberación de Egipto. La Fiesta de los Panes Sin Levadura implicaba una limpieza rigurosa de la casa y una abstención total de la levadura en los alimentos. La Fiesta de las Primicias tenía por objetivo llevar los primeros frutos de la tierra para ser ofrecidos por el sacerdote como ofrenda agradable al Señor, antes de comenzar a disfrutar de la cosecha.

En el contexto bíblico e histórico, esta era una fiesta dada por Dios a Su pueblo Israel, la cual se desarrollaba en un contexto agrícola, reconociendo que los frutos de la tierra eran gracias a la misericordia de Dios que hacía descender la lluvia a Su tiempo y les permitía cosechar el fruto de la tierra. Esa era la razón por la cual el pueblo ofrecía las primicias reconociendo su dependencia de Dios y la gracia de Dios sobre ellos.

En el Antiguo Testamento, entonces, las primicias no eran de dinero: eran de frutos de la tierra. Aún más, no eran ofrendas que se traían en enero o al inicio del año, sino que la Fiesta de las Primicias se celebraba entre marzo y abril de nuestro calendario. Las primicias no corresponden al primer cheque de semana, la quincena o mes del año. Al contrario, bíblicamente se traía apenas un manojo (una gavilla). Después de presentar la gavilla, los israelitas ofrecían un sacrificio de cordero.


A la luz de la cruz
El Señor instituyó estas fiestas para Su pueblo, fiestas que en el Antiguo Testamento simbolizaban algo más grande que estaba por venir. Eran un sombra de lo que estaba por venir: Cristo mismo (Co 2:16). La Escritura nos revela en el Nuevo Testamento que la ley no era un propósito en sí mismo, sino que el objetivo de la ley era apuntar hacia Cristo. De la misma manera, la Escritura nos revela que el propósito de las fiestas, del tabernáculo, de los sacrificios también era apuntar hacia Cristo (Ro 10:4; He 8:5; 10:1).


Considera 1 Corintios 15:20-23
Pero ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron. Porque ya que la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo en Su venida.

Cristo es la primicia presentada ante el Padre. Cristo es la primicia de la gran cosecha que se recogerá cuando todos los que murieron en Cristo se reúnan con los que estén vivos en Su advenimiento, levantando la gran cosecha de todos los redimidos de todas las edades. Su iglesia resucitada será aceptada delante del Padre y glorificada, todo por Cristo, quien fue las primicias de la resurrección y quien fue aceptado y glorificado por el Padre. En todo, Jesucristo fue el primero.

Es impresionante ver incluso como cada fiesta dada al pueblo de Israel es cumplida en Cristo, pues Jesús murió en la Pascua, fue sepultado mientras se iniciaba la Celebración de los Panes Sin Levadura, resucitó en la Fiesta de las Primicias (la cual debía celebrarse el día después del día de reposo, justamente el primer día de la semana cuando resucitó Cristo), y envió al Espíritu Santo en la Fiesta de Pentecostés. Todo esto nos muestra que verdaderamente las fiestas eran sombras que anunciaban la venida de algo mucho más real y majestuoso: el Mesías, el Ungido, el Cristo.

¿Qué hacer con las primicias hoy?
Las primicias nunca se han tratado de lo que yo le debo dar a Dios. Así como el objetivo de la Fiesta de la Pascua no era que siguiéramos sacrificando corderos, sino mostrarnos a Cristo: una vez venido como Cristo, la Pascua fue cumplida. Las primicias eran una sombra que anunciaba a Jesús como el grano de trigo que al morir llevó mucho fruto (Jn 12:24), “las primicias de la resurrección”.

Seamos iglesias que no celebran la Pascua, sino que celebran que Cristo es nuestra Pascua. Seamos iglesias que no aman las sombras sino al cuerpo de Cristo que ya vino. Seamos iglesias que no recogen primicias, sino que entienden que Cristo fue la primera primicia aceptada por el Padre y por la cual nosotros somos aceptos también.



Las primicias no se tratan de que le doy yo a Dios, sino de lo que Dios nos dio a nosotros en Cristo. 


Pastor José Olivares

Jose Olivares 
es el pastor titular de Seguidores de Jesus, plantador de iglesias, y fundador del Colegio Reformado de Teologia en New York. Está casado con América y es padre de cinco hijos. Puedes seguirlo en twitter: @pjoseolivares.



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